lunes, 23 de diciembre de 2013

JULIA ESCOGE



(He rescrito mi texto "Única salida". La presntación está corregida pero una vez más el blog ... )

                                                                                           (...) I choose
your only way, my small inheritor
and hand you off, trembling the selves we lose.
Go child, who is my sin and nothing more.
            “Unknown Girl in the Maternity Ward”, Anne Sexton

                                                             (…) escojo
                                                             tu único camino, mi pequeño habitante
                                                             y te entrego, temblando los yoes que perdemos.
                                                             Ve niño, que eres mi pecado y nada más.
                                           “Chica desconocida en la Sala de Maternidad”, Anne Sexton




... this baby that I bleed
“The abortion”, Anne sexton
… este niño que sangro
“El aborto”, Anne Sexton





Julia tiene dieciocho años y una vida por delante. Hoy a las tres y media de la tarde se dispone a subir a  un taxi que las llevará a su hermana y a ella al aeropuerto donde cogerán un avión con destino a Londres, donde pasarán un fin de semana de cuatro días que devolverá a Julia con el vientre vacío del hijo que espera.


Embarazada de doce semanas exactamente cuando entre en la clínica privada donde se le practicará el aborto, hoy, 21 de julio de 1981, Julia espera un taxi. No levanta la mano; no para el taxi; no coloca su equipaje en el maletero; no da la orden al taxista; no contesta a sus preguntas. Sólo espera, cabizbaja. Lo demás lo hace Carlota, su hermana mayor. Julia se limita a deslizarse dentro del taxi. Se pone cómoda, se abraza la barriga, cierra los ojos y respira hondo. Se ha vuelto a marear. La radio anuncia que este fin de semana lucirá el sol en toda Europa y subirán las temperaturas.

-          Y qué,  ¿de vacaciones? –comenta el taxista alegremente.

-          Sí.

-          ¿Y se van para muchos días?

-          No.
-          ¡Quién las pillara! ¿Y adónde, si no es mucho preguntar?

-          A París, nos vamos a París –se sorprende Carlota a sí misma diciendo una mentira.

-          Pues con cuidadín guapas, que los niños vienen de allí, ¿eh?


Julia clava su mirada de asco en el cristal que enmarca a un señor todo repeinado (¡ya decía ella que el taxi apestaba a Agua Velva!) y que con cara de facha pervertido le envía un guiño. ¡Qué ganas tiene de decirle: “Pues mire yo el niño ya me lo llevo de aquí. Bueno, la niña; que es una niña. Y no voy a París si no a Londres, porque hijos de puta como usted no me permiten abortar aquí y cuando vuelva ya no habrá niña que valga.” El agrio vuelve a subirle a la garganta y Julia baja la ventanilla para tomar aire.


-      ¿Está usted bien señorita?
-    ¿Estás bien Julia?  -dulce, su hermana se inclina hacia ella y le pasa la mano con ternura por la frente sudorosa.
-       Sí, ya se me pasa. Ya sabes que me mareo cuando voy en coche.

-     Pues si se marea en coche, ¿qué va a pasar cuando se suba al avión, guapa? – y le envía una sonrisa más que pegajosa.

-       Nada, no le va a pasar nada porque en el avión no se marea. Y usted atienda al tráfico, no vayamos a tener un accidente. – Le asesta la hermana al taxista.

-      Mire señorita, yo en veinte años de carreras no he tenido ni un roce. Ni un roce, que le quede claro. – se recoloca en el asiento- (...) Pues sí hombre. París es muy bonito; la torre Ifel, la catedral ésa... la del jorobao... ¿Cómo se llama, mujer? Bueno da igual, les va a gustar mucho. Mi cuñao fue allí pá Semana Santa y dice que es una maravilla. Los gabachos y la comida, eso es arena de otro costal. Ya se sabe que como aquí ná de ná. ¿Y allí qué?  ¿Se quedan en casa de algún pariente? Porque el Paco, mi cuñao, dice que los hoteles están carísimos.

-    Mire, por si no lo ha entendido bien, mi hermana está mareada y agradeceríamos su silencio.
-      ¡Bueno mujer! ¡ Hay qué ver cómo se levantan algunas de desavorías! Si es que no hay quién las entienda. A las mujeres en general, digo. Si se les habla porque se les habla; y si no, porque no se les habla. ¡Anda, anda! Déjalo, déjalo  Manolo, no vayas a liarla.


Y Manolo se hace caso y lo deja, se calla. Durante lo que queda de trayecto hasta el aeropuerto todos van en silencio.  Julia intenta relajarse. Piensa en lo que hará a su vuelta, liberada. En que dejará de tener hambre a todas horas, sueño a todas horas, agrio a todas horas y mareos vergonzosos como éste de ahora que la ciegan sin avisarla y que la hacen sentirse obligada a dar explicaciones.


Se imagina volviendo a enfundarse sus vaqueros pitillo y contemplado cómo su seno ha vuelto a la 85 de siempre. Sabe que el domingo cuando vuelva será la noche de San Juan y Barcelona, toda ella, una fiesta. Supone que ya se encontrará bien y que podrá salir con sus amigos. Hoy es jueves y se va a Londres y pronto todo habrá acabado; todo, todo, todo. Todo, a la vez tan lento y tan rápido. El deseo, el amor, el desamor...Un relámpago. El primer análisis, otro análisis, ginecólogo,  inyecciones de hormonas, una tenue sombra en las bragas, y el vientre que se hincha y los senos que aumentan tersos, y las bragas de nuevo blancas, ... blancas, blancas,  están blancas... un desierto de angustiosa espera. ¿Anna, me dejas más dinero? Tengo que volver al ginecólogo, no me baja... ginecólogo, haremos una ecografía.... ecografía, ecografía... no comas, bebe, bebe, me meo, me mareo, pues sí, estás embarazada, ¿y ahora qué vas a hacer, guapa?, abortar,  pues sí que lo tienes claro, las llamadas a amigos, las confidencias, el apoyo, los ahorros de unos y de otros, los exámenes finales en la uni, la conversación con su hermana, las llamadas al extranjero, alguien que hable español por favor,  su madre, las mentiras....  Todo lentamente rápido, rápidamente lento. Ahora ya todo se acaba, ya está, y lo siento, lo siento mi niña, lo siento, de verdad. Y se acaricia la barriguita que ya es muy evidente, ¿cómo no se habrá dado cuenta mamá? ¿O sí? Julia, ¿no estarás embarazada, no? ¡Qué tonterías dices mamá! Silencio. Ese silencio tuyo, mamá... Mejor no ver, no saber, ¿verdad, mamá?


-     ¡Pues sí! ¡Menudo caravanón! Claro, con lo de San Juan ¡la de gente que se va! Y como va hacer bueno... Van a pillar buen tiempo, señoritas.- Mira atrás, espera uno, dos segundos, pero ninguna responde. ¡Eooo! ¡Pues menudas vacaciones van a pasar estas dos! ¡Qué par de muermos! Una que a saber qué se ha tomado, toda la carrera durmiendo; y la otra, con esa cara de entierro que me lleva...


Julia mantiene los ojos cerrados. No quiere hablar, no quiere escuchar, no ver, no sentir. Sólo dormir para despertarse ya en domingo, salir de marcha con sus amigos, celebrar San Juan y olvidar, olvidar, olvidar... Siente como la luz del sol se le filtra naranja a través de los párpados. Claridad, vacío. Y ahí reaparece ella, en una habitación toda blanca, apoyada contra el marco de la ventana, desde donde contempla la calle. Un hombre le sonríe desde el bar de enfrente y ella de un saltito se mete para adentro. Siente vergüenza, se esconde. Se toca el vientre y se despide tiernamente de su niña, aprovecha los últimos minutos para hablar con ella, justo antes de que unas mujeres que hablan perfectamente su idioma, la acompañen muy amablemente a una especie de sala de espera, donde la invitan a estirarse en algo parecido a una camilla y le aconsejan que se relaje. Desde allí Julia recibe palabras cariñosas, abrazos, besos de todas aquellas personas partícipes de su secreto. Son las otras.


Pero en verdad, allí, en esa antesala donde Julia esperará su turno al día siguiente de este viaje en taxi al aeropuerto, no habrá nadie conocido, ni palabras de consuelo, ni el calor de un abrazo, ni el rumor  de un solo beso. Sólo lloriqueos de otras mujeres, lamentos aislados, improperios lanzados al vacío, silencios quejumbrosos, palabras distantes de un idioma que no entiende, sintaxis huraña de aquéllas que luego empujarán la camilla en volandas hasta hacerla chocar contra la puerta de plástico que le abrirá paso al quirófano - ¡Coño! ¡No sabía que aquí se abortara así!-. Y rápido, todo será ya muy rápido. La pasarán a la mesa de operaciones; alguien le levantará las piernas, le abrirá los muslos, le instalará los tobillos en las horquillas. Mientras, otro alguien, le cogerá una mano, le cogerá la otra, sondeando cuál... la hurgarán – sus venas finas y flexibles se niegan a sangrar...-. Relax. Una que se deja, I’ve got it, clavan el catéter. Ready, miss?, y el sopor se va  instalando en su cuerpo. Everything’s going to be fine, miss. Ya estamos, ya estamos, todo va a ir bien, se dirá a sí misma, vamos a dormir mi niña, adiós, adiós... duérmete mi cielo, duérmete ya o vendrá el coco y se te llevara... Te quiero mucho mi vida, no lo olvides. Siempre te llevaré en mi vientre, en mi memoria, en mi vida. Perdóname, cielo, perdóname, mi niña. Éste es tu único camino. Tómalo, hazme caso, mejor así.  Mamá te querrá siempre... Mamá...


-       Ya llegamos señoritas. Bueno aquí les va bien, ¿no?

-    Sí, sí. –Carlota, se siente tan aliviada de poder perder de vista a este hombre, que entona la afirmación con alegría.

-      Pues hala vamos a bajar los bultos…


Carlota despierta suave y dulce a Julia antes de bajarse del taxi que las ha traído hasta el aeropuerto para puntualmente coger el avión que la llevará a Londres donde al día siguiente, en una clínica privada, interrumpirán el embarazo de 12 semanas de su hermana Julia. 

                                                                                          (A RAQUEL)


sábado, 7 de diciembre de 2013

Hembra

Sé que no soy sirena.
Sé que no soy ni hada ni bruja.
 Sé que no soy ángel ni puta.
Ni serpiente ni paloma.
Ni inocente víctima
ni culpable pecadora.

Sé que soy hembra.
Sé que soy.
Ni más ni menos eso.

Sé que no estoy loca
aunque tenga un punto de locura.

Sé que ando perdida de mí misma
y que por encontrarme a mí
contra mí luché
y casi perezco.

Sé que camino a tientas
y que conociendo padres
sólo de la mar me siento hija. 

miércoles, 4 de diciembre de 2013

IMÁGENES MARINAS


Ella intenta imaginar
qué pensamiento habita
al hombre tranquilo 
que junto a ella sonríe
contemplando el horizonte.

Quiere creer que es ella
el sueño de esa vida
a quien la mar adora.