lunes, 30 de septiembre de 2013

Hubiera sido...



 (Versión corregida gracias a la ayuda de Alfredo Cot)



Hubiera sido...

Si yo hubiera sabido...

Si tú hubieras podido...

Si nosotros hubiéramos querido...


No sé... No sé cómo hubiera sido...

Sencillamente no fue.

O simplemente fue aquello que era.


Nos gustamos nos amamos

nos distanciamos nos acercamos

nos queríamos necesitábamos

nos enfriamos...


Simplemente fue eso:

Una historia de amor hermosa

con un final:

"Hubiera sido increíble".



miércoles, 18 de septiembre de 2013

DESORIENTADA

Parece que  perdí el norte...

Este y oeste
siempre los equivoqué...

El centro me aburre
y el sur ya no parece que fue ayer...

Así que voy a detenerme aquí.

Respirar hondo,
descalzar mis píes,
vaciar mi mochila....

Sé que debo sentir el camino...

Aunque caiga la noche
aunque no conozca las estrellas
aunque nunca sepa mi destino...

Sé que debo seguir.

martes, 17 de septiembre de 2013

COMO UN PAR DE ENAMORADOS



Sentada a la mesa donde mi tía yo echamos una partida al parchís, a Ignacia se le cierran los ojos. Baja, menuda, encorvada y arrugada, Ignacia es inquieta pero pacífica; alegre y simpática.

De vez en cuando mi voz la despierta sin querer, abre los ojos un poco y repite lo que acabo de decir: "abre barrera" o "tres; meto y cuento diez".

A veces Ignacia no recuerda cuántos años tiene, el nombre de su pueblo... ni que su madre está muerta. "Voy a buscar a mi madre," me dijo el otro día, "mi madre si que juega bien a esto". Me quedé alí pasmada, con el cubilete en la mano, mirando cómo se iba hacia el mostrador de las enfermeras... Cuando volvió estaba indignada:

_ Desde luego... ¡Mira que hay gente bruta! ¡No va y me dice que mi madre debe estar muerta!
_ No le hagas caso Ignacia... Esa se ha equivocado... O tendrá un mal día... -y qué se yo qué más le digo
    para consolarla y que se olvide.
_ ¡Pues claro que está equivocada! Ya sé yo que mi madre está viva. ¡Digo!

Y, de repente, lo veo. Ahí está él. Apuesto, altísimo, muy delgado y elegante, Benito sobresale entre las otras visitas.
_ ¿Dónde está mi novia? ¿Han visto ustedes a mi novia? _pregunta Benito.
_¡Benito! ¡Benito! Y ella se incorpora y palmea la mesa para llamar su atención, para que repare en ella el
    hombre que hace como que no la ve.  
_¡Ah!¡ Estás ahí!
_¡Benito, qué alegría! ¡Benito! ¡Ay, qué alegría!

Y por unos instantes todos dejamos de hacer lo que estamos haciendo y sonreímos mirándolos a ellos ocupar el espacio, iluminarlo todo con su abrazo. Ignacia y Benito y su amor son eternos en ese momento. Y yo, estoy muy cerca, muy cerca, tanto que puedo ver como las dos bocas se entreabren y se besan como un par de enamorados sesenta años después.