lunes, 25 de abril de 2011

Noticias y anécdotas del Día del libro y la rosa, de la Diada de Sant Jordi (II)


  



    Estábamos en que llegué a las fauces del dragón totalmente obnubilada. Y ya os comenté ayer todo lo que había pensado que podía decirle a Juan Marsé. Pero también os hablé de mi voz la negra, esa que me llama gilipollas a todas horas y que me había dicho que pa qué. Pues ahí tenía a Marsé que me recibe con una sonrisa en la boca y yo que no le digo ni “buenos días” ni “hola”. Lo suponía serio, altivo y malhumorado  (¡dichosas suposiciones! ¡Qué daño pueden llegar a hacer!). Así que cuando lo vi ya con ¿la pluma? en la mano y el libro abierto, voy yo y le espeto: “Para Mar. Es para mí”.  ¡Pero qué bestia soy a veces! Esa falta de modales, igual que de palabras, se apodera de mí en esas situaciones en las que siento pavor a hacer el ridículo, al que pensarán. ¡Y claro! ¡Al final, lo hago! Pues bien, Marsé estuvo encantador con esta palurda llamada Mar y que soy yo. Comentan los periódicos que hacía más de quince años que el autor no salía a firmar para Sant Jordi y que lo hizo con una gran amabilidad. Y así fue. Hizo una broma simpática con mi nombre (¿pero a qué Mar? ¿la Mediterránea, el Atlántico?)  que me hizo sonreír;  él sonreía también así que me atreví a decir algo más: “Todas, todas… la Mediterránea, la Cantábrica… “. Porque es verdad, todos los mares me tiran del corazón, como decía Alberti en Marinero. Me dedicó Caligrafía de los sueños con estas palabras: “Para Mar y todos los mares y abrazos de su amigo”. Y muy humilde, se excusó porque no le había salido nada mejor. Entonces, ya lo debía de sentir más  a mi altura pues le comenté lo del otro libro que tengo firmado por él, sólo firmado, y que pertenecía a mi tío. Pero tampoco se lo expliqué muy bien, pues lo interesante es que esa firma la estampó en 1960 en su primera novela y el libro es una primera edición. ¡Qué día!
   Me fui a pasear por las Ramblas y una hora más tarde volví al mismo lugar. Allí estaba Elvira Lindo. 


 Los libros de esta autora me han regalado momentos bellísimos, desde que la descubrí gracias al personaje Manolito Gafotas cuya lectura  compartí con mis hijos. ¡Y la película! ¡Anda que no habré reído yo con esa película! La primera versión, en la que sale ella, es divertidísima y muy auténtica. Su último libro me gustó, ya os lo conté aquí, pero el que me impactó de verdad fue Una palabra Tuya. Sin embargo, le llevé Lo que me queda por vivir, su última novela.  Le hizo gracia, cuando fue a dedicármelo, ver que ya tenía cosas escritas yo en la primera página. “Es una cita de su libro”, le dije. “Me gustó mucho”.  Ella escribió poquito con una letra grandota: “Para Mar, con un beso grande”. No pude explicarle por qué me había gustado ese libro ni  por qué me gusta lo que escribe. Llena de emoción sólo acerté a felicitarle: “Felicidades”. Hubiera sido mejor “Enhorabuena” ¿verdad?  Se quedó sonriéndome mientras yo me alejaba, embelesada por la humanidad que transmite esta mujer con sólo una sonrisa. Yo repetí “Felicidades” y ella bajó la cabeza en señal de agradecimiento, la levantó y seguía sonriéndome. Me alejé de allí un tanto torpemente. ¡Dios mío! ¿Pero qué me habían puesto en el café? ¿O sería el sol, ese sol de desierto? ¿O alergia primaveral?
   Sólo quedaba Rosa Montero, pero esta vez tenía que desplazarme un tramo. Ya era la una y las calles estaban a rebosar. Todo era bullicio y fiesta y, la verdad, si te dejabas llevar, te invadía la alegría, te transportaba. Y parece que ahí ya había desaparecido el efecto de la obnubilación o de la droga que, seguro, me habían puesto en el café de las Rambla. El sol seguía luciendo y calentando de lo lindo. Sant Jordi se había sentado en una terracita a dedicarle versos a su bella dama, se había quitado la armadura y pasaba de composturas. Y yo, finalmente,  llegué a la última parada. Llevaba caminando desde las nueve. Ya era la una y media. Había vuelto al origen del paseo: Rambla de Catalunya con Mallorca. Enseguida tuve a Rosa Montero delante. 




 

Su libro tiene un título precioso “Lágrimas en la lluvia”, dos palabras que más de una vez he unido en mis textos. Y en la portada nada un oso polar, mi animal salvaje preferido. Por eso, cuando lo vi en Madrid, en el encuentro de jueveros, sabía que para Sant Jordi compraría ese libro. Los títulos y las portadas tienen un efecto lanza en mí. Me atraviesan; me cazan. De esta autora, he leído más que de ninguno de los escritores que antes he mencionado y, me es muy difícil decir cuál de sus libros me gusta más. ¿La hija del caníbal? ¿El corazón del tártaro? Todos sus libros son impactantes, originales, intrigantes, cautivadores… He usado el primer párrafo de La hija del caníbal en clase para motivar a mis alumnos a escribir la continuación y no sabéis lo perplejos que se quedan cuando lo leen. ¡Y lo que escriben! No le conté eso a Rosa, pues me pareció cansada como supuse estarían ya todos los escritores; todos empezaban a dar muestras de agotamiento, como yo. Necesitaban la pausa de la comida. Aunque cansada, ya estaba yo más relajada, y equilibrada y atiné a decirle, en una frase sintácticamente correcta, cuánto disfruto con su literatura y a animarla a escribir más y más. Su dedicatoria es la que más me gusta y, curiosamente, su caligrafía se parece bastante a la mía. En las antípodas está la letra de Marsé, que me llevó un rato descifrar. La dedicatoria de mi admirada y querida escritora dice:
“Para Mar, amiga en Barcelona, este libro futurista que también habla del presente. Un beso muy gordo, guapa”. 



  “And that’s all folks!” (¡Y eso es todo amigos!)

 ¡Ah! se me olvidaba. Al final del día recibí una rosa, la de mi padre, que por más que le explique cada año que la rosa te la ha de regalar tu enamorado, no lo convenzo.

7 comentarios:

  1. Querida Mar un día redondo, con rosa incluida, da igual si era de tu padre, no estan todos los padres locos por sus hijas, pues eso.
    Un abrazo

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  2. Mar de todos los mares, marinita mía, me lo perdí, estaba en Italia, ayyy, envidia sana, porque me hubiera gustado darme el paseo por las Ramblas a topes, olorosa de libros y rosas.
    Marsé, me lo perdí y a Javier Marías, ayyy, será otro Sant Jordi.
    Eso de tropezar la lengua ante esos peazos de escritores o escritoras me sucedería seguro, así que te comprendo marinita. A disfrutar de tan hermosas lecturas con sus bellas dedicatorias.
    Petons, auguri tanti.

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  3. Yo también me compré el de Marsé. No fue en mi querida Barcelona, sino en Camprodon. No fue lo mismo, digo lo que Natàlia que me lo perdí... pero la verdad es que había bastante gente y la única librería de Camprodon es buenísima. Nos compramos Per y yo otros dos: "Bajo los cielos de Asia" del montañero navarro Iñaki Ochoa de Olza y "Nascuts per córrer" de Christopher McDougall.

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  4. San,
    tendré que aceptar que mi pdre es el hombre que más me querrá en la vida.
    Un abrazo

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  5. Natali, qué bien tenerte por aquí con lo poco que te leo! Dudo que a ti se te trpiece la lengua ante nadie. Mi querida Natali, pero si tú hablas y escribes que da gusto! ¡No te creo!
    LO dicho, un placer tenerte por aquí
    Besos

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  6. BLN,
    comentarem l'obra d Marsé,doncs? I com no! Hi havia d'haver llibres d'esports. Què bé aquest esperit esportiu vostre! Quina enveja! Jo tot l'esport que faig són les escales a la feina i picar aquestes tecles jajajajaj
    Un petó

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  7. Natali,
    què vol dir "auguri tanti"? Son bons desitjos?
    Petonets, bella

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